Sombras y luces de la Edad Media by Jean Verdon

Sombras y luces de la Edad Media by Jean Verdon

autor:Jean Verdon [Verdon, Jean]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2005-04-23T04:00:00+00:00


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Los poderosos tan caricaturizados

Señores activos

Los señores feudales tienen mala fama. Generalmente han sido considerados seres crueles, codiciosos y lujuriosos. Claro que no todo es falso en esta afirmación, pero muchos de ellos tuvieron una utilidad social innegable.

Se dice que eran crueles. Según Gregorio de Tours, en tiempos de los merovingios, Rauching «cometía maldades abominables. Si un sirviente sostenía frente a él una vela mientras estaba comiendo, como era la costumbre, hacía que le desnudaran las piernas y aplicaran sobre ellas la vela hasta que se apagaba. Y otra vez, cuando volvían a encender las velas, repetía su acción hasta que las piernas del sirviente se quemaban por completo. Si este lanzaba un grito o trataba de moverse hacia otro lado, lo amenazaban con una espada desnuda, y el resultado era que mientras él se lamentaba, el otro manifestaba una gran alegría». Dos de sus sirvientes, un muchacho y una joven, se habían enamorado y se unieron ante un sacerdote. Rauching le pidió a este que se los devolviera, con la promesa de no separarlos nunca. Después de haberlos recuperado, regresó a su casa. De inmediato, hizo cortar un árbol y vaciar su tronco. Luego, ordenó depositar el ataúd en una fosa. «Colocó allí a la joven como si estuviera muerta y ordenó arrojar sobre ella al sirviente. Luego tapó el ataúd, llenó la fosa de tierra y los enterró vivos diciendo: “No violé mi juramento en virtud del cual nunca debían ser separados”». A pedido del sacerdote, los jóvenes fueron desenterrados: el sirviente aún estaba vivo, pero la joven había muerto asfixiada.

Alrededor de cinco siglos más tarde, la Historia eclesiástica de Orderic Vital mostró que la sociedad aristocrática no había cambiado demasiado. Orderic nació en Inglaterra en 1075, y en 1085 fue enviado por su padre a la abadía normanda de Saint-Evroult. Allí hizo toda su carrera y murió poco después, en 1141. En su libro, la crueldad de los señores feudales aparece con total claridad. Guillaume, apodado Talvas, hijo de Gillaume de Bellème, invitó a su boda a Guillaume Giroie y «sin más trámite, le hizo saltar los ojos; llevó su crueldad al extremo de arrancarle, por medio de una humillante mutilación, los tendones de las orejas y los órganos de la reproducción». Eustache de Breteuil, yerno del rey Enrique I de Inglaterra, le arrancó los ojos a un joven rehén, hijo de Raoul-Harenc, y se los envió a su padre. Entonces este fue a ver al rey, quien le entregó a las dos hijas de Eustache. Para vengar a su hijo, Raoul, con el permiso del soberano, les arrancó los ojos y les cortó la punta de la nariz.

A estos siniestros retratos se agrega el de Thomas de Marle, señor de Coucy (muerto en 1130), como nos lo presenta Guibert de Nogent en su Autobiografía, redactada a principios del siglo XII. Thomas, hijo presunto —en razón de la conducta de su madre— de Enguerran de Coucy, y propietario del castillo de Marle, «desde su primera juventud, asaltaba a los pobres y los peregrinos de Jerusalén.



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